26 de agosto de 2011

Una historia llena de emociones (2)

Porque la vida está llena de puertas abiertas, y eres tú el único que decide si cruzarla o cerrarla y dar la vuelta. Quién te iba a decir lo que la vida pensó para ti, un despertador que suena, un chico que solo piensa por fin. Primer día de clase, la ilusión de volver a empezar, la ducha, el ipod, la dirección, la facultad, y una vez allí la cosa ya fluye sola, profes, aulas y primeros contactos con compañeros. Pero ahora café, descanso de media hora, de momento todo risas hasta que apareció su pelo, "no puede ser (no), cómo tú por aquí, cómo es posible que esto ocurra, ¡no sé qué decir!" Ya ni contesta, sólo se pregunta una y otra vez, "¿por qué no dejo de mirarte si en teoría ya te olvideé? y qué hago y si me acerco, dime tú qué es lo que harías, si estuvieras en mi caso frenarías este sentimiento.." La vida es así, a veces conmigo juegas, ella se acerca y le sonríe, le dice ven y hablemos fuera. Una larga charla para calmar el rencor, que ya somos mayorcito para elegir nuesro camino, y al menos que como amigos donde no triunfó el amor.  Pasan los días, vuelve el cariño, súmale fiestas y alcohol, y así acaban en la playa una noche tumbados en la arena, la luna la única testigo de algo irremediable, "nena, ¿y si lo intentamos? prometo que ésta es la buena, ya te lo dije una vez, si no es contigo, pues con nadie.." Abriendo la verdad de nuevo, las reglas del juego cambian, con el tiempo que ellos dicen, estar empezar, empezar de nuevo. ¿Y por qué no? No hay segundo que perder, el mundo es un café solo que han decidido tomar juntos, puede que esta madurez dibuje distinto, más cosas en la cabeza pero sienten lo mismo, felices con la simpleza de ignorar las cicatrices futuras, que vendrán porque un día jugaron a ser niños. La segunda parte es buena, confirmemos esa regla, viviendo de la excepción hacen como que no se acuerdan, de que existe una primera y no ven, que no están preparados aunque ya no les avergüence comprar condones. Se fueron de nuevo a aquel parque, mirando las heridas del árbol donde ayer tatuaron su nombre, crecieron, no son los de antes, el sexo no es novedad pero sí que se convierte en costumbre. Ya nada funciona se obsesiona y se gasta el amor, intentan tragar por los dos pero ya basta, a ella le da miedo reconocer que se equivocó al volver, y a él le da miedo volver a las pajas, y se ha afeitado, mañana cuentan las horas. "¿Qué digo?", "¿qué diraá?" "¿qué dirán?", conocen el fin, el principio es no joderse la vida, porque cuidar de una sola flor puede hacer que se pudra todo el jardín. Otra vez llegan tarde, esta vez es culpa de ambos, sí y ambos lo saben, pero eso no va a evitar que, se echen mil cosas a la cara que hagan que todo se acabe. A ella le falta la chispa, y lo borde que hace que otros no quieran acercarse, a él le sobran los celos fuera de lugar, y las ganas de sexo constante. No hay distancia más puta que el olvido, así que a la mierda todo y cada uno con lo suyo, sólo falta discutir quién ha sido más cobarde, quién ha dejado a quién, y quién se ha equivocado antes. Se devuelven los regalos pero no el tiempo perdido, se olvidan de la opción de quedar como amigos, por dentro les mala la idea de no verse, pero se cruzan y hacen como si no se conociesen. Ella se preocupa "¿qué hago? ¿lo llamo?, que llame, yo paso, ya tengo bastante", él pasa noches en vela con la luna llena, y con amigos que le dicen venga, vámonos de fiesta. Queda el recuerdo en la mente, la nostalgia de lo pasado, y el odio a septiembre, porque jode que seamos tan inocentes, nos quisimos como nunca y acabamos como siempre... 

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