Quiero hablar de esas veces en la vida que te levantas de una caída. Bueno, no, mentira. De esas veces en las que intentas levantarte. Te tienen dicho que no subas a lo más alto de la montaña rusa de la vida, que después viene la caída más fuerte y puedes hacerte daño, pero es como si no te dijeran nada; siempre vas a terminar haciendo lo que te venga en gana. Y es cuando estás bajando a toda velocidad y sientes esa sensación de que te vas a estrellar contra el suelo, cuando entonces te das cuenta de que tardarás tiempo en llegar a lo más alto de la montaña rusa de nuevo. Sabes que te costará y que irás muy lentamente para arriba, ¿pero y si en ese justo momento en el que te caes se para la electricidad y te quedas abajo? No hay vuelta atrás. Necesitas de electricidad para volver a subir, sin ella no serás capaz. Esa misma angustia que se siente al pararse la montaña rusa y saber que te has quedado ahí paralizado, sin nada que hacer; ésa misma es la que te hace sentir tan mal.. Cuando sientes la necesidad de sonreír para no preocupar a las personas que te quieren. Cuando aparentas estar fenomenal y disfrutar de cada día pero en realidad por dentro te estás matando y consumiendo poco a poco. Cuando llegas a ese límite de que una sonrisa duela, estás completamente hundido y perdido en tu propia miseria.